Tecnología, pero sin trabajo
La esposa de Hairo también es sorda. Ambos tienen dos hijos de 1 y 4 años de edad. Están desempleados porque los rechazan por su sordera. No ha bastado que ella estudió Diseño de Interiores y él es muy diestro en la electromecánica. A falta de empleo, las familias deben ayudarlos.
"A algunas personas no les gusta contratar a sordos. Dicen: Ah, ¿tú eres sordo? Tú no puedes. O dicen que me van a llamar, pero cuando se dan cuenta que soy sordo, piensan que soy bruto, que no sé, pero ellos no han visto mis habilidades", se queja.
Hairo anhela estudiar Contabilidad a nivel superior, pero como no tiene los recursos para costear un intérprete, optó por estudiar Publicidad de manera técnica junto con sus amigos Pablo Taveras e Iván Ventura, este último de 19 años.
Iván tiene la facilidad de pagar un intérprete. Este año entrará a la universidad a estudiar Publicidad. Sin embargo, el costo de ese intérprete es elevado. Ronda entre los RD$500 y RD$800 la hora. El joven entiende que lo justo sería que hubiese facilidades o subvenciones estatales para la población sorda del país que desee estudiar una carrera.
La sordera puede ser hereditaria, consecuencia de una enfermedad o un trauma, por exposición al ruido durante un tiempo largo o por medicamentos agresivos para el nervio auditivo. En nuestro país no existen estadísticas que recojan el número de sordos. La Asociación Nacional de Sordos de la República Dominicana (ANSORDO) estima que rondan el 1% de la población territorial, es decir, entre 95 mil y 145 mil personas.
La nueva generación de esta población, con acceso a educación y a facilidades económicas, trata de adaptar la tecnología a sus necesidades y abrirse camino en una sociedad que aún no está preparada para convivir con quienes tienen ausencia de algunas de sus facultades.






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